Una gran fiesta contra la visión de periferia

Jordi Pascual

replicabilidadreplicHistóricamente, Barcelona ha mirado para sus adentros y ha dejado el Besòs como el patio trasero, la periferia que debía acoger las rondas, los barrios obreros y la inmigración. Sin embargo, en el entorno del río se han desarrollado ciudades diversas con una personalidad propia, marcada, en gran parte, por la frontera intangible que la capital catalana creó durante el siglo pasado.

 

Por ello, Leve Projects ha dado un giro a la propuesta del Consorcio del Besòs y de Barcelona Regional de hacer una fiesta rompiendo la lógica de grandes productoras para ver cuál es la realidad de sus municipios. Con un trabajo de campo que ha servido para identificar actores sociales importantes de la cotidianidad, se ha detectado la idiosincrasia sociológica que mezcla la cultura tradicional catalana con todo tipo de muestras de otros países y culturas, como el críquet o las cofradías. Todo ello acompañado de una cultura urbana propia de las ciudades densas, con muestras como el hip-hop o el parkour.

 

El proyecto podría haber virado hacia una programación cultural distribuida durante el año, un documental, una exposición o, como se ha elegido finalmente, una fiesta de encuentro. El reto es hacer que un territorio de más de siete kilómetros de longitud se sienta llamado a una fiesta que lo autorreivindica. Por ello, en base al trabajo de campo se ha aprovechado el cauce del río y sus alrededores para ubicar actividades habituales de una fiesta como la zona de restauración con otras propias de la cultura del Besòs, como un ring –hay muchos gimnasios de lucha libre en los municipios de la zona– o un cros urbano.

 

Pero una fiesta no consiste solamente en encontrarse y celebrar lo común, sino también en el camino para llegar hasta ella. Por ello, en base a la ubicación en el mapa de los espacios donde se desarrollan las actividades motor, se han diseñado diez caminos que, a modo de afluentes, conectan estos espacios con la zona elegida para hacer la celebración, en el centro del río Besòs pero con posibilidad de moverla con vistas a posibles futuras celebraciones similares.

 

Esto convierte la celebración en una prueba piloto, o ensayo general, para comprobar la funcionalidad de la viandantización de los trayectos, que recorren «accidentes» –puentes, caminos estrechos… –. Hacer que durante un día todos los caminos que conectan el Besòs en sentido amplio con el punto de la fiesta sean recorridos a hacer a pie supone poner a prueba la ciudad en un cambio radical del sentido de sus calles durante unas horas.

 

Siendo el río Besòs el gran elemento común, debe ser el centro de la celebración y ser convertido en un espacio a venerar. También debe ser el centro de la clausura de la fiesta, y por ello se ha optado por iluminar el río y poner pantallas gigantes de tal forma que, al caer la noche, se pueda disfrutar de un espectáculo visual que a la vez recuerde la memoria colectiva del territorio, haciendo que el acto no solo sea celebración, sino también un reconocimiento a los cambios sufridos por el territorio durante los últimos cien años.