Estudio estratégico de encaje urbano del Moll de la Fusta

Oriol Clos Vecinificación del Moll de la Fusta

 

Más de 30 años después de su construcción, el Moll de la Fusta necesita una redefinición de su papel en la ciudad. La reflexión debe ayudar a repensar el difícil encaje ciudad-puerto. La visión estrictamente inmobiliaria de los espacios portuarios necesita el contrapunto de una aproximación más urbana que ponga en valor la riqueza de los espacios, de su historia, de su potencial ciudadano de futuro. Por otro lado, existe una fuerte demanda para reconocer y utilizar el Moll de la Fusta como el gran “espacio abierto” de Ciutat Vella. Diferentes estudios y propuestas recientes (Frente Portuario y Paralelo, Sector de Urbanismo 2011; Accesibilidad y Movilidad, Ciutat Vella 2014; Morrot y Litoral, BR2012 y 2016) avalan esta visión y apuntan tres temas principales que se deben abordar para actuar en el Moll de la Fusta: la accesibilidad, el confort ambiental y el encaje en las diferentes escalas de actuación urbana.

 

Antes de su construcción, el Moll de la Fusta estaba formado por una gran extensión viaria y el recinto cerrado del Moll de Bosch i Alsina, sin espacios cualitativos de estancia. Se remodeló en los años 80 para abrir todo el ámbito al público, reordenar los tránsitos y cualificarlos como un lugar monumental, imagen del reencuentro de Barcelona con su Puerto. Posteriormente, el espacio se ha ido degradando hasta llegar a la situación actual de lugar poco accesible y poco confortable, de gestión compleja. Se constata la creciente separación de criterio entre el Puerto Autónomo, que mantiene la autoridad sobre el ámbito portuario, y la Ciudad, responsable de la estrategia urbana para todo el Moll de la Fusta.

 

En el marco del Plan de Barrios de Raval Sur y Gótico Sur, que tiene como uno de sus objetivos la vecinificación de los espacios públicos, se ha determinado la necesidad de establecer vínculos fuertes y claros entre el tejido compacto del Gótico Sur y los espacios abiertos del Moll de la Fusta, para reforzar su dimensión de proximidad. Estos espacios tienen hoy unas condiciones ambientales poco acogedoras para desarrollar actividades de ocio y estancia, permanentes o temporales, que contribuyan al bienestar de los vecinos del Gótico Sur. Hay que hacer compatible, pues, la puesta al día de los valores de escala de ciudad, formales y funcionales, con una visión más local para consolidar el Moll de la Fusta como uno de los grandes espacios abiertos de Ciutat Vella.

 

Es desde la visión de proximidad desde donde deben enfrentarse los proyectos de remodelación y puesta al día del Moll de la Fusta, haciéndolos compatibles con las necesidades definidas por visiones de otras escalas urbanas. Desde esta perspectiva vecinal, se han identificado cuatro ámbitos de características específicas, separados por los viales que soportan los flujos longitudinales.

 

La Explanada

Sobre la malla de 19,50 x 16 m, de palmeras aparejadas, dos ámbitos arbolados y sombreados enmarcan un espacio central sobrio, de pavimento duro, que, como una gran nave industrial sin techo, puede acoger temporalmente usos diversos indeterminados y actividades de ocio.

 

El Balcón

Es un espacio de vocación estática de 15 m de anchura. Con la incorporación de pérgolas y chiringuitos vegetales puede ser un lugar sombreado de contemplación del puerto y del paseo de Colón. Acompaña los modos blandos de desplazamiento a lo largo, viandantes y bicicletas.

 

El Salón

Franja de 18 m que se puede plantar con árboles y matorrales sobre un pavimento blando, desplazando el bus a los viales laterales, para reforzar el corredor ecológico Ciutadella–Montjuïc y para delimitar una secuencia de espacios de actividades vecinales animadas por entidades y equipamientos próximos.

 

La Mercè–Ample

Este barrio es el cojín entre las calles largas y estrechas del Gótico Sur y el espacio abierto del puerto. Se debe mejorar la calidad y la gestión del espacio público para asegurar las continuidades urbanas, renovar las plazas y la calle Ample y activar el valor urbano de los equipamientos que lo integran.

 

La actuación en estos ámbitos se debe afrontar en base a lo que ya existe, reforzando la distribución del espacio sobre los ejes monumentales y el orden rítmico de la construcción infraestructural, determinados en los años 80. Las solicitaciones longitudinales deben perder fuerza a favor de las visiones transversales, reduciendo funciones existentes para poder incorporar nuevas demandas. Los viales entre los ámbitos deben evolucionar en esta línea: la calle Ample debe tender a una sección de plataforma única; los viales del Paseo de Colón, que se pueden ampliar hasta 9 m, deben acoger el carril bus segregado; el carril de bicicleta en el Balcón, bien delimitado y pavimentado, debe facilitar todos los giros hacia Ciutat Vella y los cruces con los viandantes; el aparcamiento subterráneo debe ser de un solo sentido de circulación; el vial segregado portuario, de funcionalidad obsoleta, debe incorporar la movilidad generada por la actividad turística, del puerto y de la ciudad.

 

Para mejorar las condiciones de accesibilidad a las diferentes partes del Moll de la Fusta se debe reforzar la transversalidad: multiplicar los pasos directos a través de cada ámbito y establecer nuevos pasos sobre la Ronda, a la altura de la plaza del Duque de Medinaceli y del edificio de Capitanía, que faciliten el acceso a la Explanada. Además, se deben anclar los extremos de la Explanada a la ciudad abriendo a 360º el edificio de la Junta de Obras del Puerto, remodelado, y derribando el dispensario para implantar un punto de terminal y gestión de autocares de turismo.

 

La renovación del Moll de la Fusta se concreta, pues, en la puesta en valor de los cuatro ámbitos: Explanada, Balcón, Salón, Mercè-Ample; en la determinación de tres “Puertas Vecinales”: Medinaceli, Correos y Colón; en la activación del vial segregado para nuevos usos de movilidad; en la recuperación de la imagen del conjunto; en la materialización de la transversalidad; en la aportación de arbolado y plantas; en el reequilibrio de los movimientos modales. Todos estos elementos se deben sumar a los valores permanentes de la remodelación de los años 80: el tráfico ordenado, las referencias monumentales, el Puerto como Plaza de la ciudad histórica, el salto del muro de la Ronda, la jerarquía de espacios dinámicos y de estancia de uso indefinido y el lenguaje material.

 

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